Las redes han existido toda la vida y siempre nos hemos fiado más de las recomendaciones de los iguales que de la publicidad de las organizaciones. Cuando yo era un niño cada cierto tiempo íbamos a Cerdanyola toda la familia a visitar unos parientes. De vuelta el encargado de escoger restaurante era mi abuelo y para hacerlo utilizaba un indicador infalible: el número de camiones aparcados en la puerta. Su teoría de postguerra decía que si había bastantes camioneros la cosa quería decir que allí se comía bien, barato y en abundancia.
Ahora nosotros podemos abrir nuestro fabuloso teléfono inteligente y ver los tips que algún otro ha dejado en Foursquare, las recomendaciones que podamos encontrar en Minube y en un futuro no demasiado lejano podremos desplegar una capa de imágenes con los platos y sus precios antes de escoger el sitio donde comer.
Pero no nos dejemos encandilar, sólo son herramientas, tecnología. ¿Tendrán larga vida estas herramientas? Todos hemos escuchado muchas veces la estadística que habla de la velocidad de adopción de ciertas tecnologías. Ahora sabemos que la televisión tardó 3 años en llegar a los 50 millones de usuarios y que Facebook lo consigue en pocos meses. Por cierto, parece que ya habría llegado recientemente a los 750 millones de usuarios, en poco tiempo se plantará pues en 1.000 millones. Brutal.
Pero de la misma forma que la velocidad de adopción ha crecido espectacularmente también se están acortando los ciclos de maduración de estos servicios. ¿Existirá Facebook dentro de 5 años? ¿Conseguirá satisfacer las expectativas de sus inversores? De momento lo que sí sabemos es que está en beneficios; se especula que en 2010 hayan estado por encima de los 1.800 millones de dólares. Aún así, no todas seguirán el mismo camino. Algunos interesantes proyectos como, por ejemplo, Twitter o Foursquare todavía están buscando su fórmula de monetización en proyectos que llevan invertido muchísimo dinero y todavía no está claro si podrán responder a las altas expectativas financieras despertadas. Sin ir más lejos, hace pocos días Foursquare anunció una nueva ronda de financiación conseguida por valor de 50 millones de dólares, lo que sitúa la capitalización teórica en 600 millones de dólares. No olvidemos que aunque desde octubre ha pasado de 4 a 10 millones de usuarios todavía está en pérdidas y por tanto su valoración fuera de toda medida.
En consecuencia, es posible que en este turbulento entorno que rodea lo que se ha denominado web 2.0 veremos rápidas defunciones donde no esperamos y longevidad donde menos sospechamos. Tiempo al tiempo.
Pero de nuevo nos quedamos cortos, perdemos el enfoque si miramos hacia las herramientas cuando sólo son eso, herramientas. Herramientas maravillosas que nos permiten estar conectados en tiempo real con nuestro entorno más íntimo, pero a la vez con otras personas con las que compartimos intereses profesionales y personales.
La gran diferencia está en que estas herramientas pueden vertebrar potentes comunidades alrededor de ideas, gustos, necesidades, aficiones e, incluso, perversiones.
Las redes y la inteligencia colectiva ya existían antes de internet, pero la tecnología nos pone todas las posibilidades en el bolsillo. Y eso es lo que resultará determinante para la generalizada adopción y el rápido y fácil acceso a la tecnología.
Preparémonos para un futuro donde los cambios tecnológicos irán a velocidad de vértigo y en el que deberemos aprender a adaptarnos a la misma velocidad. La diferencia pues de competencia digital entre los que se suban al carro y los que no cada vez será mayor y de más difícil solución. No será tan determinante como hasta ahora la acumulación de conocimientos y habilidades en contrastre con la capacidad de adopción de nuevos y de vivir en un permanente estado de aprendices. Definitivamente, la tecnología será algo que nos acompañará en nuestra vida cotidiana y que cada vez estará más presente.
Pero ni de cerca será suficiente con tener ciertas habilidades digitales. Eso será, como dicen los ingleses, un must. Algo que será necesario ir asumiendo como propio e integrado en nuestro día a día.
La clave estará, como ya sabía mi abuelo, en comprender la dinámica de las redes para utilizarlas de forma inteligente.
Este post fue originalmente publicado en @espaienxarxa el 5/7/2011