[Artículo publicado el 16/9/20 en el Indicador de Economia]
El 15 de marzo es el día en que comenzó el confinamiento y el día en que todo cambió de golpe. Desde entonces han pasado sólo un poco más de cinco meses. Cinco meses en el que el mundo se ha dado la vuelta.
De prisa, sin tiempo para planificar casi nada todos fuimos a casa a protegernos del virus. Y vivimos un festival de video conferencias, directos, webinars, cursos y todo tipo de actividades online para estar entretenidos y conectados a pesar de la distancia.
Quien más quien menos empezó a trabajar desde casa. Algunos en condiciones óptimas y muchos haciendo malabarismos sin un espacio propio, un horario de trabajo claro ni la concentración necesaria que requiere cualquier trabajo. Eso por no hablar del miedo a contagiarse ni de las personas que se vieron afectadas, directa o indirectamente.
Y a eso le dijimos teletrabajo, pero el teletrabajo es mucho más que eso como ya hemos descubierto. No es sólo cuestión de hacer muchas reuniones asamblearias en vídeo, emulando así los errores de la vida presencial. Para trabajar a distancia necesitamos una metodología de trabajo y seguimiento diferente, no basada en la presencialidad y los horarios rígidos sino enfocada a resultados y centrada en proyectos.
Muchos responsables vieron de golpe como no tenían ninguna vía de control del estado del trabajo, exigiendo incluso informes constantes de realización de tareas. Todo porque la presencialidad permitía interrupciones, reuniones tanto inesperadas como eternas y una improvisación constante en la planificación y organización del trabajo. Y no es que el teletrabajo solucione todo esto de golpe, pero sí pone algunas cosas bastante más difíciles. Algunas organizaciones reaccionaron con agilidad, revisando en profundidad sus metodologías, herramientas y sistemas para crear una nueva forma de relacionarse, de comunicarse y de realizar el trabajo. Una forma basada en la autonomía, el enfoque a resultados y la automatización de tareas repetitivas y de bajo valor añadido.
Pero otra cosa estaba pasando en paralelo y es nuestra forma de consumir productos y servicios. Según un reciente informe publicado por IBM el comercio online en Estados Unidos crecerá este 2020 un 20%, una bestialidad teniendo en cuenta el contexto económico actual. Esto mientras a la vez las cadenas de distribución de productos no esenciales bajaban las ventas un 75%. ¿Qué son productos no esenciales? Pues por ejemplo, la ropa. Esto de andar por casa trabajando ha significado una baja drástica de las ventas, ya no hay que arreglarse para ir a trabajar.
Algunos grandes distribuidores como Walmart ya han reaccionado impulsando las ventas omnicanal, es decir, comprar en línea y hacer la recogida en la tienda. Y en un interesante movimiento Walmart ha anunciado su intención de comprar la red social TikTok. Y no lo hacen para ganar seguidores, lo hacen para entrar en el inmenso mercado chino de compra en línea, que es 10 veces mayor que el de los USA.
Pero el gran ganador en estos cinco meses no es otro que Amazon. Sus ventas han crecido un 40% en este periodo, ganando muchos nuevos clientes que han descubierto la comodidad de las entregas a domicilio.
Y aquí, qué ha pasado? Algunos grandes distribuidores como El Corte Inglés intentan discutir el liderazgo en la empresa de Jeff Bezos. Precisamente debido al confinamiento han crecido más las ventas en formatos Click & Mortar, esto es, distribuidores como ellos con tienda física. Al revés que en los USA. Curioso. Y, desde luego, ha habido muchas iniciativas de digitalización más locales. En el Priorat, por ejemplo, han lanzado el proyecto «Fet al Priorat» donde uno puede encontrar lo mejor de la mejor comarca del mundo mundial. Vinos, por supuesto, pero también gastronomía, cosmética y salud.
O como también kmCAT, un proyecto de venta online de productos de cooperativa que aspira a ser una referencia en su ámbito.
Todos estos proyectos intentan crear su propio futuro con toda la incertidumbre del mundo pero sabiendo a ciencia cierta que atrás ya no podemos volver. La principal conclusión del informe de IBM es que el consumo online ha crecido en cinco meses lo que habría hecho en cinco años.
Cinco años en cinco meses, así es como nuestras vidas se han acelerado.
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